CAUSAS DE LA INFELICIDAD

CAUSAS DE LA INFELICIDAD







En la anterior entrada hablamos de la felicidad. Apenas una introducción. Propuse un pequeño ejercicio sobre tres casos de personas que podían ser felices o infelices.

También esbocé un pequeño método de reflexión filosófica: pensar, sentir, consultar, comprender, proponer

Hoy voy a proponer unos pensamientos sobre las causas de la infelicidad. Leer textos de filósofos viene a ser algo así como escuchar a un amigo. Uno lo oye, piensa lo que dice, luego piensa lo propio y por fin hace algo o no de acuerdo a lo oído. En el método que le propongo aparece como el punto tercero. Se trata de escuchar atentamente la experiencia y reflexiones de otros. De los que nos rodean y de esos otros a los que llamamos pensadores o filósofos, al fin y al cabo personas que se ocuparon más especialmente de la filosofía, es decir, en pensar y reflexionar sobre lo que vivían.

Unos y otros descubrieron nuevas maneras de ver las cosas o las misma maneras de diferente forma, y nos las ofrecen para que las meditemos. La filosofía no impone, sugiere, razona. No tiene dogmas, solo opiniones. La filosofía consiste en hablar, en escuchar, en pensar sobre ello, en tratar de ver las cosas en su íntima manera.





Propongo este texto para pensar hoy en una causa de la infelicidad. Es de un pensador francés, se llama Michel de Montaigne:

"No estamos nunca en nuestra época. Estamos siempre más allá. El temor, el deseo, la esperanza nos lanzan al porvenir y nos sustraen el sentimiento, la consideración de lo que es, para ocuparnos con lo que será, incluso cuando ya no estemos. "Calamitosus est animus futuri anxius" ("Desgraciado el espíritu inquieto por el futuro", es frase de Séneca). Platón cita a menudo este gran precepto: Actúa por ti mismo. Quien hubiera de actuar por sí mismo, vería que la primera lección es conocer lo que es y lo que le es propio. Y quien se conoce a sí mismo no adopta los actos ajenos como propios, se ama y se cultiva más que a nada, rechaza las ocupaciones superfluas y los pensamientos y propósitos inútiles".

¿Cómo leer un texto así? Pues... despacio. Los textos filosóficos hay que leerlos despacio, como se bebe el buen vino, como se mira una rosa o se saborea un poema. Las prisas no permiten asomarse a las cosas.
Lea el texto, considere lo que dice, haga críticas. En filosofía no hay dogmas, usted puede estar en desacuerdo con esto que acaba de leer. Si es así, plantee sus propias razones.

En mi opinión, tres son las causas esenciales de la infelicidad.




  • PRIMERA: la que señala el texto: el que no vivimos el momento, sino hacia el futuro o desde el pasado, preocupados por lo que tenemos que hacer o por lo que hicimos. Nuestro ritmo de vida nos lleva a eso. Siempre hay algo que hacer, la hipoteca por pagar, aquel negocio que salió mal, esa oportunidad perdida...

  • SEGUNDA: el deseo. Ya hablaremos de los budistas, que sobre esto saben mucho. El deseo provoca inquietud y afán. Cuando caemos en sus garras sufrimos por lo que no tenemos, algo tan absurdo que parecería increíble si nos lo contaran sin más. Saber tratar con el deseo requiere entrenamiento y voluntad. Ya hablaremos más adelante de este asunto esencial en la vida humana.

  • TERCERA: incorrecta comprensión de nosotros mismos, de nuestros deseos, sí, de nuestras apetencias y posibilidades. La insinceridad con respeto a nuestros propósitos. La mala estimación de nuestras posibilidades. Y una mirada desenfocada sobre quiénes somos.


Piense en ello. En esos tres puntos que acabo de proponer. Acompañe el pensamiento con la reflexión de Michel de Montaigne. Deténgase cinco, diez minutos. En el trabajo, en casa, en el autobús concéntrese y piénselo: ¿Lo que digo le parece cierto, razonable, no le gusta? ¿Lo que escribió Michel de Montaigne le parece acertado? ¿Qué es lo que causa su felicidad o infelicidad? Un aviso: no piense en otras personas, solo en usted.

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